Boletín
Educativo de Consultoría & Desarrollo De Recursos
Humanos
(Ciencia
y arte al servicio de las organizaciones)
Editor: Bernardo Ahlborn III.
ENERO
DEL 2017
Los
textos pueden reproducirse mencionando
la
fuente y a condición de enviarnos un ejemplar
El que sabe y no sabe decir lo que sabe. Es igual al que no sabe.
Aristóteles.
Estimados
amigos: Cuando les comunico a mis alumnos el aforismo del sabio griego, la
mayoría me dice: ¡Obvio!
Pero…
precisamente una cosa obvia, por serlo se obvia.
Dice
el DRAE: Obvio: (Del latín obvius). Que se encuentra o pone delante
de los ojos. Muy claro o que no tiene dificultad. Obviar (Del latín obviare). 1.- Evitar, rehuir, apartar y
quitar de en medio obstáculos o inconvenientes. 2.- Obstar, estorbar, oponerse.
Los
diarios, la radio y la TV, nos dan todos los días un preocupante espectáculo:
Profesionales que no saben o no pueden comunicarse adecuadamente (la mayoría de
ellos, afirma ser graduados en las mejores universidades del mundo). Estas
personas laboran en el poder ejecutivo, legislativo, judicial, empresas públicas
y privadas e institutos armados, todos ellos creen que hablar es comunicar. Y lo
peor de todo: ¡hablan como hacen la digestión! ¡Sin darse
cuenta!
Por
tal razón, no bien han terminado de hablar, sus respectivos colegas actúan como
“traductores” y nos informan que, quien “abrió la boca”, no dijo lo que dijo,
sino todo lo contrario y que los oyentes o televidentes “hemos interpretado mal,
porque sus palabras fueron…¡ sacadas de contexto!”.
Uno
de los grandes problemas de la mayoría de las ciento cuarenta universidades de
nuestro país es que sus autoridades consideran que hablar y escribir correctamente en
castellano, es ¡un asunto personal de los alumnos! Y
éstos creen que comunicarse adecuadamente (oralmente y por escrito) se logra
gracias a una especie de “desarrollo natural”, y por lo tanto, no se requiere de
capacitación alguna. Resultado: Lean los diarios, oigan la radio y vean la TV.
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No
son pocos los profesionales que creen que para superar la ansiedad y el “pánico
escénico”, sólo hay que ir a una farmacia. Craso error. Advierte J. Oliver Crom,
presidente de Dale Carnegie & Associates Inc, que se especializa en entrenar
a la gente para hablar en público: “La
gente no tiene porqué tomarse una píldora. Resulta mucho más barato, es mejor
para el organismo y tiene más utilidad a largo plazo, obtener
entrenamiento”.
Así
es mis queridos amigos, la palabra clave es entrenamiento. No hay recetas
milagrosas. Tampoco se trata de memorizar “tips” de un experto o leer un
libro de oratoria. Si existe “una receta”, me inclino a pensar que la dijo
Confucio hace más de dos mil años: Cuando
oigo, olvido. Cuando veo, recuerdo. Cuando hago,
aprendo.
Además
de Confucio, “escuchemos” a Cicerón: No
hay estilo oratorio perfecto. No es perfecto, por si solo y en todo momento, el
estilo elevado; ni lo es el estilo medio; ni tampoco el tenue o bajo. El estilo
perfecto es el que responde al principio de lo conveniente en cada momento, en
cada circunstancia. El estilo perfecto es, pues, aquel que se
adapta a lo conveniente en cada ocasión”.
Amigos:
Jamás olviden lo que José Ortega y Gasset escribió el siglo
pasado: Yo
soy yo y mi circunstancia; y si no
la salvo a ella, no me salvaré yo.
Y
tampoco olviden que para salvar las circunstancias hay que estar preparado y
para ello se necesita entrenamiento.
SEMINARIO
TALLER
(Técnicas para hablar en público. Oratoria
organizacional)
“El que sabe y no sabe decir lo que sabe.
Es igual al que no sabe”.
Aristóteles
INICIO:
21 de febrero 2017
INVERSION:
S/ 300.00 Soles. Grupo de tres personas: S/ 750.00
Número
máximo de participantes: 15
También
dictamos el Taller en la modalidad
·
IN
HOUSE y
Semi-Presencial
(A la distancia)
INFORMES
E INSCRIPCIONES:
VISITENOS
EN:
Blog: http://coyderrhh.blogspot.com ;
YouTube: bernardo
Ahlborn III
AVISO DE INTERES ORGANIZACIONAL
Para salir
del subdesarrollo necesitamos realizar enormes esfuerzos de capacitación. Pero
atención, no se trata de dictar cursos “faraónicos”, e “impactantes”, ni tampoco
solucionaremos nuestros problemas con “programas light”, en los que los
asistentes participan de divertidos juegos y sólo se dedican a tomar notas de
“tips”. Para mejorar la competitividad de nuestras empresas necesitamos talleres
de aprendizaje serios y exigentes, acciones educativas pequeñas, eficaces y
concretas. En síntesis: necesitamos programas de capacitación cuyos objetivos
estén dirigidos a que los trabajadores canalicen su ingenio y sean más
competentes en sus diarias tareas a fin de mejorar la productividad
organizacional y por ende nacional.
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